Por: Catalina Quiroz

Revisor: Samuel Errázuriz

2020 MARZO

Según información entregada por el Ministerio del Medio Ambiente, en el mundo se producen más de dos mil millones de toneladas de residuos al año. En promedio en Chile, una persona genera 1.14 kg de basura al día, ubicándonos en el segundo puesto como el país que produce mayor cantidad de basura diaria per cápita en América latina, después de México. Guatemala es el país que lidera en la zona con la menor cantidad de basura per cápita, con 0.47 kg al día, según el informe “Los desechos 2.0: Un panorama mundial de la gestión de desechos sólidos hasta 2050” del Banco Mundial. En el mismo informe, se diagnostica que un 44% de los desechos son alimentos, lo sigue el papel con un 17% y el plástico con un 12%. Los vidrios y metales comprenden un 5% y 4%, respectivamente.

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La Crisis Climática es real. Dentro de las principales consecuencias que ha tenido la deficiente gestión de los residuos están: contaminación de los océanos, transmisión de enfermedades, emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen a esta crisis climática, aumentando el riesgo de desastres naturales. En el mismo informe del Banco Mundial antes mencionado, pronostican que se generará casi un 70% más de basura para el 2050. Las principales causas que atribuyen esta situación es la rápida urbanización y crecimiento de la población.

Hoy se vive dentro de la cultura de los descartable. Tenemos interiorizado el usar, desechar y reemplazar en nuestro día a día. Pero, ¿es realmente lo que desechamos basura?

La palabra residuo describe al material que pierde utilidad tras haber cumplido con su misión o servido para realizar un determinado trabajo. Se emplea como sinónimo de basura para hacer referencia a los desechos inservibles que el hombre ha producido.

El Cuarto Reporte del Estado de Medio Ambiente, publicado por el MInisterio de Medio Ambiente en el año 2018 clasifica para su estudio a los residuos como peligrosos y no peligrosos. De las 21,6 millones de toneladas de residuos estimadas que se produjeron en Chile para el año 2016, el 97% corresponden a residuos no peligrosos. De estos, se consideran los sólidos municipales (35,3%), los de origen industrial (59,8%) y lodos del tratamiento de aguas servidas (1,9%). En la siguiente imagen, se puede observar la Eliminación y Valorización de residuos no peligrosos por región en Chile, elaborada por el mismo reporte antes mencionado.

La región metropolitana concentra la mayor eliminación y valorización de residuos a nivel nacional (32,1% y 7,4%, respectivamente), situación explicada ya que en dicha región es donde se concentra un mayor número de habitantes y mayor número de actividades económicas.

La Política Nacional de Residuos estableció en el Código Sanitario la obligación de las municipalidades de recolectar, transportar y eliminar basuras, residuos y desperdicios que se depositen o produzcan en la vía urbana. Según lo declarado por las municipalidades a SINADER (Sistema Nacional de Declaración de Residuos), solo el 1,5% de los residuos municipales son valorizados y el 98,5% son eliminados en vertederos y basurales.

Estas cifras, dan los primeros indicios de los desafíos que como sociedad civil y entidades privadas tenemos para la disminución y valorización de residuos.

En primer lugar, se introducirá el término de consumo consciente y responsable. El consumo responsable nos orienta en el comportamiento que deberíamos tener como consumidores para disminuir nuestros residuos. Uno de sus principales objetivos es comprar un producto considerando la durabilidad de este, con el fin de evitar desechar este rápidamente. En segundo lugar, nos debemos dar cuenta que la mayoría de nuestros desechos son reutilizables, y que como consumidores también tenemos la responsabilidad de hacernos cargo de prolongar la vida útil de los productos que consumimos, incorporando el hábito de reducción, reutilización, reciclaje y separación domiciliaria.

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REDUCIR, REUTILIZAR Y RECICLAR

Como consumidores debemos aprender a discernir al momento de realizar nuestras compras entre las múltiples ofertas que nos presenta el mercado, con el fin de elegir un producto que tenga una menor huella medioambiental. Para orientar nuestras elecciones, debemos llevar a la práctica a nuestro día a día lo que son las tres R. Esta regla busca proteger el medio ambiente, con el fin de reducir el volumen de basura generada por medio del consumo consciente.

Reducir:

Optar por comprar la misma cantidad de producto, pero con menor empaque. Eliminar el consumo de productos de un solo uso. Esto también es aplicable para el consumo de recursos, como el agua o electricidad.

Reutilizar:

La mayoría de los productos que desechamos pueden tener muchas vidas útiles si es que se opta por reutilizar y reparar.

Reciclar:

A partir de materiales reciclables se evita el uso de nuevos materiales, al reprocesar elementos tales como vidrio, plásticos, entre otros.

Reducir y Reutilizar son hábitos que debemos incorporar a nuestro día a día. El Reciclaje es la última medida que debemos optar. Ya hemos visto cómo los consumidores pueden aportar frente a esta crisis climática. Sin embargo, existe otro agente muy importante dentro de la sociedad que necesita tomar cartas en el asunto para mitigar el daño que se le está haciendo al planeta, las empresas.

En Chile, solo se recicla un 8,5% del plástico consumido según un estudio presentado en 2018 por la Asociación Gremial de Industriales del Plástico. Esta cifra se espera que aumente con el paso de los años, ya que en el mismo estudio se determinó que las recicladoras chilenas solo trabajan al 48% de su capacidad para el proceso de moler plástico.

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Si bien el reciclar ayuda a evitar el uso de nuevas materias primas en la cadena productiva, el problema va más allá. Gonzalo Muñoz, fundador de Triciclos, afirma que la basura no es nada más que un error de diseño. Sí las empresas adoptaran un modelo de economía circular para alinear sus ejes estratégicos, utilizarían la tecnología que hay disponible hoy en día para crear productos buenos y duraderos, con el fin de maximizar la vida útil de estos.

La economía circular se fundamenta en los pilares antes mencionados: Reducir, Reutilizar y Reciclar. Se busca maximizar el aprovechamiento de los recursos, lo cual resulta hasta más rentable para las propias empresas, beneficiándose en lo económico y los consumidores en aspectos sociales y medioambientales. Se debe eliminar el estigma de que realizar los negocios de manera sostenible no es un buen negocio. El desarrollo sostenible busca satisfacer las necesidades presentes del consumidor sin comprometer la capacidad de futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico y el cuidado social y medio ambiental. No solo es lo correcto que hacer, sino lo más inteligente.

En septiembre de 2015, fue aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Esto implicó establecer una hoja de ruta para integrar en la estrategia corporativa de las empresas adheridas lo que es la Sostenibilidad, lo cual impulsa a estas a desarrollar sus negocios en armonía con el espacio en el cual realizan sus actividades. Las empresas comprometidas con esta Agenda, deben aportar a las metas que se plantearon en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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