Florencia Mujica • Francisca Retamal
JULIO 2020
A pesar de que han pasado seis meses desde que se registró el primer caso de coronavirus en el mundo, aún no se sabe con exactitud el origen de este. Se cree que inició en un mercado de mariscos en Wuhan en el cual, además de vender especies del mar, se vendían ilegalmente animales salvajes como murciélagos, pangolines, marmotas, pájaros, conejos y serpientes. A partir de uno de estos animales una persona se contagió con el virus Covid-19 (Reynolds & Weiss, 2020). La mayoría de los estudios indican que este virus se originó en murciélagos, que luego fue transmitido a los pangolines, y que estos se lo traspasaron al humano. Por lo tanto, este virus se podría definir como un virus zoonótico.
La zoonosis es la transmisión de una enfermedad infecciosa a través del contacto directo o por un vector (organismo que transporta un patógeno desde la fuente infectante a un organismo susceptible), desde un animal vertebrado a un ser humano. Los agentes infecciosos pueden ser virus, bacterias, hongos, parásitos, entre otros (Dabanch, 2003). Se estima que el 60% de los patógenos humanos emergentes son zoonóticos, incluyendo el Hanta, el Ébola, la fiebre porcina, el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS), el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), entre otros. El SARS-CoV-2 es un tipo de coronavirus causante de la enfermedad COVID-19. Esta es una de las siete cepas de coronavirus (SARS-CoV) que se han descubierto en las últimas décadas, las cuales han infectado miles de personas. Este patógeno, al igual que MERS, emergió a partir de un reservorio animal y es responsable de infecciones respiratorias graves de corte epidémico con gran repercusión internacional, debido a su morbilidad y mortalidad (ConSalud, 2020).
Las zoonosis significan una gran problemática social y epidemiológica. Las enfermedades emergentes y reemergentes por zoonosis están ligadas a la pérdida de la biodiversidad debido a la presión antropogénica. Esta incluye la destrucción de hábitats naturales, la deforestación, el tráfico de fauna, las invasiones biológicas y la pérdida de diversidad genética. Todos estos aspectos juegan un papel en la aparición más frecuente de patologías de origen infeccioso transmitidas por un animal. (Monsalve et. al, 2009).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional de Epizootias, las enfermedades emergentes en los próximos años van a estar muy relacionadas con las especies invasoras (75% de los nuevos patógenos vendrán de estas especies). El transporte de las especies exóticas por parte del hombre, voluntaria o involuntariamente, puede generar una expansión descontrolada de estas, como ha sido el caso de los ratones, conejos, ciervos, jabalíes, abejorro europeo, entre otros. En el caso de la peste negra, por ejemplo, una especie de rata originaria de Asia transmitió la bacteria Yersinia pestis a través de sus garrapatas a las personas, infectando rápidamente a millones en Europa.
Este “derrame” de un virus u otro patógeno desde su portador no humano a su primer portador humano es el resultado directo de nuestra relación con las especies silvestres y su hábitat. La fragmentación de estos hábitats que causa la deforestación nos pone en contacto con animales salvajes con los que no hemos evolucionado para convivir, haciéndonos más propensos a contraer sus enfermedades a través de secreciones respiratorias o el contacto con sus heces, orina o sangre. A su vez, esta destrucción de hábitats obliga a los animales a migrar, produciendo nuevos tipos de interacciones de animal a animal y de animal a humano (Kaplan, 2020).
El brote de Ébola en África occidental, por ejemplo, resultó de la pérdida de bosques, lo que propició un contacto más cercano entre la vida silvestre y los asentamientos humanos (Isaac, 2020). Otro ejemplo es la expansión de la malaria en áreas deforestadas, donde la apertura y aclareo de bosques favoreció la expansión de mosquitos vectores de la enfermedad (López, 2020). Una mayor diversidad de especies provoca un efecto de dilución, ya sea por el aumento de número de especies en la cadena de contagio o por el efecto de cortafuegos natural que provoca una alta diversidad genética, entre otros factores. La mantención de la biodiversidad es, por lo tanto, una herramienta importante para combatir y prevenir este tipo de epidemias.
Por el lado positivo, a raíz de la pandemia China declaró una prohibición estricta en el consumo y la crianza de animales salvajes, reconociendo que necesita controlar la lucrativa industria de vida salvaje si quiere prevenir otro brote epidémico. Sin embargo, detener totalmente esta comercialización será difícil, debido a las profundas raíces culturales chinas del uso de animales salvajes, no solo para la alimentación sino para la medicina tradicional, vestimenta, ornamentos e incluso mascotas.
De esta forma, por ejemplo, la ley prohíbe el comer pangolines pero no el uso de sus escamas en la medicina tradicional, por lo que el impacto es que en general los consumidores están recibiendo mensajes contradictorios. No es la primera vez que el gobierno de China ha intentado contener el comercio. En 2003 también fue prohibido el tráfico de algunas especies después de describirse que probablemente transferían el virus SARS a los humanos (Westcott, 2020).
Otras acciones humanas que alteran los ecosistemas y explotan a la vida silvestre como la caza y el tráfico de animales silvestres y la agricultura intensiva también han generado una gran cantidad de oportunidades para que los virus evolucionen. Esto puede verse en diversos ejemplos, como el caso de la gripe aviar, vinculado a la avicultura intensiva (Isaac, 2020) y el caso del VIH, originado en los simios y traspasado al hombre por medio de la caza en bosques tropicales a principios del siglo XX. Es interesante recalcar que los animales cuyas poblaciones han declinado debido a la caza, el tráfico de especies y la pérdida de su hábitat, albergan el doble de virus zoonóticos que aquellas especies silvestres cuyas poblaciones disminuyeron por otros factores no relacionados con la acción humana, como la aparición de una enfermedad (Martins, 2020).
Otra amenaza aún bastante desconocida que enfrentamos como especie producto del cambio climático y la intervención del ser humano en el medioambiente tiene que ver con el deshielo de las regiones polares. El calentamiento global está derritiendo los suelos del permafrost –la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones polares–, liberando virus y bacterias antiguos que han permanecido latentes y vuelven a la vida (Fox-Skelly. 2017).
La temperatura en el Círculo Polar Ártico está aumentando aproximadamente tres veces más rápido que en el resto del mundo. A medida que el hielo y el permafrost se derriten, pueden liberarse otros agentes infecciosos. En 2016 una ola de calor azotó la Península de Yamal en el Círculo Polar Ártico, causando que el virus ántrax que permanecía congelado se liberara en el agua y suelos cercanos y luego en la cadena de suministro de alimentos, contagiando a algunas personas e incluso causara la muerte de un niño de 12 años (Fox-Skelly, 2017).
Estas enfermedades emergentes se han hecho cada vez más comunes y de mayor alcance. Esto también se debe en parte a la hiperconectividad de nuestra sociedad actual, que permite que una enfermedad que emergió en un lugar de mundo se propague al otro extremo rápidamente. A pesar de estar más conectados que nunca, aún no contamos con un sistema global de salud para responder a estas amenazas cada vez más frecuentes, por lo que para detener la propagación de una enfermedad dependemos de los gobiernos de los países donde surgen. Si estos no actúan, todo el planeta está en riesgo (Hergarty, 2020).
En este sentido, hay un notorio vínculo entre la crisis sanitaria actual y la crisis ambiental, partiendo porque ambas comparten un carácter global. Aquellas acciones que han permitido contener la propagación del virus y disminuir la quema de combustibles fósiles en el mundo nos benefician a todos, al igual como acciones irresponsables con la salud humana y del planeta también nos perjudican a todos. Muchas de las herramientas que hemos desarrollado para lidiar con este pandemia, como la acción rápida y conjunta por metas comunes, pueden ser muy útiles para enfrentar el cambio climático (Kaplan, 2020). Necesitamos generar urgentemente un movimiento global que luche contra la crisis climática que nos concierne absolutamente a todos como raza humana.
No podemos tratar cada nueva enfermedad infecciosa como una crisis independiente en lugar de reconocer que son un síntoma de cómo está cambiando el mundo (Benton, 2020). Las epidemias y pandemias seguirán siendo parte de nuestro futuro si seguimos actuando bajo el mismo paradigma explotador. La evidencia no puede ser más clara, y la soluciones evidente: debemos cuidar nuestro planeta. Esta crisis ha puesto en evidencia la íntima interconexión entre la salud humana y la naturaleza (Isaac, 2020). Los humanos no podemos estar sanos al menos que el planeta también lo esté. (Kaplan, 2020). Somos inseparables del mundo natural. Más bien, la noción de “mundo natural” es artificial; hay un solo mundo, y los seres humanos somos parte de él junto a los virus, los chimpancés y los murciélagos.
Se nos ha mostrado que la emergencia de enfermedades también es un tema ambiental, y por esto mismo, no podemos esperar pasivamente a que llegue otra pandemia, sino que hay acciones que debemos tomar al respecto (Martins, 2020). De ahí la importancia de cuidar la biodiversidad y cambiar nuestra relación con la naturaleza –y nosotros mismos– y hallar formas más sostenibles de coexistir con la vida silvestre. Se hace muy simbólica en este sentido la aparición de un Puma por las calles de Providencia y otras comunas de Santiago cuando comenzaba la cuarentena en la Región Metropolitana, como si se estuviera reclamando un espacio arrebatado (Pavez, 2020).
Como bien menciona James Gustave Speth, abogado y defensor ambiental estadounidense, más allá de los grandes problemas ambientales como la pérdida de biodiversidad, el colapso de los ecosistemas y el cambio climático, ‘‘los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia, y la apatía, y para hacer frente a estos, necesitamos una transformación cultural y espiritual”.
Referencias
Benton, T. (2020, 5 de febrero). Coronavirus en China: por qué estamos contrayendo cada vez más enfermedades transmitidas por animales como la neumonía de Wuhan. BBC. https:// www.bbc.com/mundo/noticias-51336551
ConSalud. (2020, 9 de abril). SARS-CoV-2, el séptimo coronavirus. https://www.consalud.es/ pacientes/especial-coronavirus/sars-cov-2-septimo-coronavirus_77254_102.html
Dabanch, J. (2003). Zoonosis. Revista Chilena de Infectología, 20(1), http://dx.doi.org/10.4067/ S0716-10182003020100008.
Fox-Skelly, J. (2017, 31 de marzo). Los peligros de las enfermedades ocultas bajo el hielo durante miles de años que están despertando. BBC. https://www.bbc.com/mundo/vert- earth-39851987
Hergarty, S. (2020, 29 de enero). Coronavirus en China: ¿por qué los brotes infecciosos se están volviendo cada vez más comunes? BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-51294131
Isaac, J. (2020, 22 de mayo). Día de la Diversidad Biológica: La pandemia del coronavirus revela la conexión entre la salud humana y la naturaleza. Noticias ONU. https://news.un.org/es/story/ 2020/05/1474902
Kaplan, S. (2020, 15 de abril). Climate change affects everything — even the coronavirus. The Washington Post. https://www.washingtonpost.com/climate-solutions/2020/04/15/climate-change- affects-everything-even-coronavirus/?arc404=true
La Vanguardia. (2020, 6 de abril). La pérdida de biodiversidad aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas. https://www.lavanguardia.com/natural/20200406/48338485609/ ecologistas-pandemia-biodiversidad.html
López, J. (2020, 24 de marzo). Pedro Jordano: “Detrás de esta pandemia está la acción humana sobre la naturaleza”. El cultural. https://elcultural.com/pedro-jordano-detras-de-esta-pandemia- esta-la-accion-humana-sobre-la-naturaleza
Martins, A. (2020, 16 de abril). Coronavirus: “Si queremos evitar que los virus se transformen en pandemias debemos cambiar radicalmente nuestros patrones de consumo”. BBC. https:// www.bbc.com/mundo/noticias-52282656
Monsalve, S., Salim, M., González, M. (2009). Zoonosis transmitidas por animales silvestres y su impacto en las enfermedades emergentes y reemergentes. Revista MVZ Córdoba, 14(2),
1762-1773. http://www.scielo.org.co/pdf/mvz/v14n2/v14n2a14.pdf
Osorio-Delgado, M. A., Henao-Tamayo, L. J., Velásquez-Cock, J. A., Cañas-Gutiérrez, A. I., Restrepo-Múnera, L. M., Gañán-Rojo, P. F., Zuluaga-Gallego, R. O., Ortiz-Trujillo, I C. y Castro- Herazo, C. I. (2017). Aplicaciones biomédicas de biomateriales poliméricos. DYNA, 84(201), 241-252. https://doi.org/10.15446/dyna.v84n201.60466
Pavez, K. (2020, 27 de marzo). Zoonosis: los desequilibrios ecosistémicos y formas de vida que inciden en la aparición de nuevas enfermedades. Noticias UdeC. https://noticias.udec.cl/ zoonosis-los-desequilibrios-ecosistemicos-y-formas-de-vida-que-inciden-en-la-aparicion-de-nuevas- enfermedades/
Reynolds, M. & Weiss, S. (2020, 27 de mayo). How coronavirus started and what happens next, explained. Wired. https://www.wired.co.uk/article/china-coronavirus
Westcott, B. (2020, 6 de marzo). China has made eating wild animals illegal after the coronavirus outbreak. But ending the trade won’t be easy. CNN. https://edition.cnn.com/ 2020/03/05/asia/china-coronavirus-wildlife-consumption-ban-intl-hnk/index.html